KYUDO, el Camino del Arco


Pasamos la vida intentando dar en algún blanco, persiguiendo algún objetivo, o muchas veces, simplemente apresurándonos sin saber muy bien hacia dónde vamos. Esta actividad frenética nos hace olvidar lo más importante en nuestra vida: la paz, la serenidad interior.

Aunque hay diversas técnicas que te pueden ayudar a recuperar y mantener esa paz interior, el Kyudo (el camino del arco), es una práctica contemplativa singular que, a través del tiro con arco, te ofrece una excepcional herramienta de trabajo para sincronizar cuerpo y mente. Durante el proceso del tiro, de una manera atenta y consciente, casi ceremonial, conseguimos ese estado de calma y presencia, además de profundizar interiormente, descubriendo aspectos sutiles de nuestro ser.

El kyudo, como lo enseña Kanjuro Shibata XX, no es un deporte competitivo y la puntería se considera relativamente poco importante. Según Shibata Sensei, maestro de la escuela Heki Ryu Bishu Chikurin-ha, el fin último del Kyudo es pulir la mente, el mismo que en la meditación sentada.

Siglos atrás en Japón, el tiro con arco era considerada la disciplina más elevada del guerrero samurái. Después, cuando el arco perdió su sentido como arma de guerra, y bajo la influencia del budismo, el sintoísmo, el taoísmo y el confucionismo, el tiro con arco japonés evolucionó en el Kyudo, el “Camino del Arco”, una poderosa y muy refinada práctica contemplativa.
 

 “No estamos puliendo el estilo o la técnica de uno, sino la mente. La dignidad del tiro es lo importante. En esto se diferencia el Kyudo del enfoque habitual en el tiro con arco. En Kyudo no hay esperanza. La esperanza no es la cuestión. La cuestión es que, a través de la práctica prolongada y auténtica, aflora tu dignidad natural como ser humano. Esta dignidad natural ya está en ti, pero está cubierta por muchos obstáculos. Cuando éstos se quitan, tu dignidad natural puede verse brillar”.
Shibata Sensei

 
Chogyam Trungpa, el conocido maestro tibetano de meditación, dijo: “A través del Kyudo uno puede aprender a vivir más allá de la esperanza y el miedo, puede aprender a ser”.

La práctica del Kyudo es aparentemente sencilla. Los estudiantes pueden recibir instrucción en la forma básica, shichido (siete coordinaciones), en tan sólo 5-6 clases o durante un fin de semana intensivo. Tras el entrenamiento inicial, la práctica comienza tirando a un blanco de paja a sólo dos metros de distancia. Cuando se alcanza cierto grado de habilidad la práctica se amplía, incluyendo el tiro a 28 metros. 

Al trabajar con la precisión de la forma, gradualmente se va desplegando un proceso natural a través del cual el practicante tiene la oportunidad de ver la mente con más claridad. El blanco se convierte en un espejo que refleja las cualidades del corazón y la mente en el momento de soltar la flecha. Esto distingue al Kyudo del tiro con arco donde el objetivo es simplemente dar en el blanco. En el Kyudo no importa si das o no en el blanco, lo importante es la experiencia durante todo el proceso. ¡Qué difícil es no intentar alcanzar un objetivo! ¡Cuánto nos cuesta disfrutar del proceso sin preocuparnos por el resultado!

Kyudo es “meditación de pie”, y como tal, es un auténtico arte contemplativo. Para practicar el Kyudo de esta manera, se debe tener un buen maestro. El Kyudo no se puede aprender de un libro. El entendimiento y la orientación de un maestro o profesor cualificado son inestimables conforme uno progresa por el camino del Kyudo. Hombres y mujeres de todas las edades pueden practicar Kyudo. La fuerza física no es un elemento importante. Los niños pueden empezar a la edad de ocho años. 

El camino del Kyudo es un camino de conocimiento personal y, en última instancia, de realización personal. Aunque puede ser largo, hay enormes recompensas a lo largo del camino. Todo empieza con el primer tiro. ¿Te animas a probar?

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